He regresado a mi infancia por unos segundos los cuales me parecieron minutos, y es que con él me siento niña, porque lo que hago lo hago con el corazón, sin pensar en si será o no juzgado o mal visto.
Hoy, por coincidencias del destino, nos tomamos de la mano. Bastaron pocos segundos para que mi mano se acostumbrara a la suya, ya no quería soltarlo. Trate de safarme dandome la vuelta y yendo a algún lugar, a cualquiera para escapar. ¡Imposible! mi mano siguio buscando la suya y él me la hubiera dado porque también seguía a la mía.
"Luego te voy a pedir..." fue lo último que escuché. Porque mucho antes de que terminara me sonrojé y salí corriendo como niña de 4to de primaria.
La vida da ese toque, ese toque maravilloso que provocan sensaciones como estas, en las que de pronto aún teniendo 28 años tu corazón palpita un sentimiento inocente de aquellos que emanaba cuando tenías 10 años.