Tuesday, January 10, 2012

Un pedacito de cangurolandia

Hace mucho no escribía sobre Mr. Canguro y es que después de haber vivido un tórrido crush, lo había olvidado por completo. Sin embargo, hoy puedo decir que el señor Wayne se ha convertido en una pieza clave dentro de mi vida virtual (si es que la hay). Del tipo “dicharachero” como diría mi madre, con sus ojos de estanque de agua puerca y sus niñerías aún después de haber rebasado la línea de la cuarta década siempre está al pendiente de mí.

 En uno de aquellos días en los que me sentí morir por la abrupta ruptura “idealista” que me había formado de Michael, no sé como pero nos pusimos en contacto. De pronto mi celular sonó. Recibí una llamada desde Sydney gritándome y haciéndome reír al mismo tiempo, pidiéndome que reconsiderara el que esa relación “was not meant to be” y que podía comerme el mundo a mordidas si quería. Así fue como una llamada desde el otro lado del mundo, para mí un sábado, para él un domingo cambió un poco mi perspectiva depresiva a una un poco más animada.

Desde entonces el contacto con Wayne es intermitente pero certero, el whatsapp ha acercado dos continentes; Oceanía y América. Increíble pero cierto de pronto despierto a las cuatro de la mañana por un sonido suave y seco como cuando golpean a la puerta. Inmediatamente sé que Wayne Hughes está diciendo “Hola”, preguntándome si estoy feliz y si aún deseo ir a ese lugar de España a donde solemos escapar cuando tenemos problemas. Él tiene un avión (bueno, imagina que lo tiene) y cuándo quiere escapar para no sentirse triste, lo aborda y pasa por mí, así, la tarde termina en una mesa para dos en lo alto del Parq Guell en Barcelona viendo el atardecer acompañados de una botella de vino hecho con Pinot Noir y él con su guitarra tocando el blues que hoy me envió.

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