De pronto miré atrás y muchas cosas llegaron a su fin. La mayoría de ellas sin darme cuenta, otras tantas con precisos e indoloros finales.
No sé si el destino me fue preparando, -yo creo que sí-, no fue una coincidencia que justo cuando llegué al climax del ahora uno de mis libros favoritos; “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” ahí donde se comenzaba a hablar de un sentimiento de perdida, yo misma estuviera experimentando ese sentimiento a flor de piel.
Inconscientemente comencé a desligarme de todo a lo que estaba apegada, sobre todo a mi trabajo y a mis amigos ...los nuevos amores… bueno, sí, también un poco, yo misma sabía que no durarían mucho son amores pasajeros, extranjeros, muy bonitos y perfectos para ser duraderos.
Comenzaré con el Cuento de Hadas ruso, de esos hombres cuasi perfectos que llegan a tu vida. Sin esperarlo apareció un alto caballero con acento extranjero que incitaría a cualquiera a pedir una, dos hasta tres botellas de vodka como lo hacía en los buenos viejos tiempos. Me sentí la mismísima Anastasia Nikoláyevna Románova, -recuerdo de una princesa perdida en la memoria histórica mundial-, sus besos me hicieron olvidar gran parte de la crisis existencial de meses pasados. En definitiva él no llegó para quedarse, al contrario, llegó para darme una prueba fehaciente de que lograré obtener lo que deseo y que finalmente llegará a mi vida el hombre que quiero y que necesito, mientras tanto, esta historia se terminó. En algún momento supuse que habría una despedida y no la hubo, cuando me di cuenta su estado en el mensajero marcaba “in Singapore”.
Y es que no se puede lidiar con miles de kilómetros interpuestos, como dije, al final no hubo despedida. Se fue sin avisar. ¡Muy bien hecho! porque de haber sucedido lo contrario seguramente después de la magistral despedida hubiera llorado por días.
Poco después y con el ruso a ya del otro lado del mundo, en una ciudad más cercana; la nuestra, mi trabajo como relacionista pública también llegó a su fin aunque debo aceptar que el finiquito de este fue un proceso más difícil que el del "amor".
Decir adiós a mi trabajo no solo significo ver por mi futuro y retomar mi carrera en una redacción, cosa que extrañaba a montones, también representó el triste adiós con esa nueva familia laboral que había formado, a mi jefa que más que jefa es una gran amiga, a mis compañeros con los que viví más de un año compartiendo experiencias y momentos gratos y aunque sé que los veré nuevamente porque esa amistad sigue en pie, el hecho de no verlos diario me causaba un gran conflicto. No fue hasta que abracé a mi amigo Erick el miércoles pasado para despedirme -el último día- que me dí cuenta de lo mucho que los extrañaría.
Hoy lunes 25 de abril después de unas anheladas vacaciones me doy cuenta que soy libre, que emprendo nuevamente el andar con más estrellas a mi espalda (mis amigos, compañeros, amores, experiencias, logros y sueños). Leía por ahí que: "no es fácil decir adiós. Sin embargo, nos hemos de despedir para seguir adelante, para dar la bienvenida a una nueva vida, una vida sin ese alguien que tanto significó para nosotros", me doy cuenta que atravesar por ese sentimiento de perdida es mucho más fácil si te dejas guiar por esas pequeñas y a veces imperceptibles señales que te da la vida.
Hoy atravesé el espejo.
AMIGA AMO QUE EL DESTINO NOS JUNTARA EN ESTA VIDA ATTE ERICK
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