Tuesday, April 26, 2011

Encontrando el camino

"Lee la introducción y encontrarás el camino" me dijo
Sandra Cisneros en febrero de este año durante la 6ta Conferencia Internacional de Escritores en San Miguel de Allende a la cuál acudí gracias a una beca, otorgada por Universia.

Las palabras de esta escritora chicana autora de La Casa en Mango Street estuvieron guardados en mi memoria por un largo rato. Tengo tantos libros por leer que su libro, aquél que adquirí en la conferencia había estado esperándome desde aquél entonces en mi librero. Ayer a las 2.30 am terminé de leer a Murakami y hoy me tocaba elegir un libro nuevo, miré hacia la pila de libros "en espera" y fue este librito de pasta suave color verde con una casa naranja dibujada como portada que me llamó nuevamente.

Estaba tumbada en mi cama leyendo. La introducción es muy ligera, tanto que mis dedos se posicionaban rápidamente al final de cada página para dar la vuelta antes de que mis ojos pudieran terminar la última línea. Ella lo dice: hoy en día la gente esta tan ocupada trabajando que merece "cuentitos hermosos" porque no disponen de mucho tiempo y a menudo se sienten cansados y así simplemente se imagina un libro que pueda abrirse en cualquier página y aún mantenga el sentido para un lector que no sepa que sucedió antes o qué viene después.

Con la simple introducción me ha atrapado. La oración que me dijo aquella tarde en la mágica ciudad colonial de San Miguel de Allende retumbó cuando terminé de leer la introducción y recordé:

-Me gusta escribir cuentos infantiles, le dije.
Ella sonrió, "lee la introducción y poco a poco encontrarás el camino".

Y así fue, no solo para escribir "cuentitos hermosos" como ella los llama, sino para darme cuenta que ella también fue una rebelde, que enfrentó sus miedos en pro de la superación, me sentí tan identificada cuando cuenta que su padre quien quería verla casada y con hijos, ella dice que no es tiempo que quizá después pero hay tantas otras cosas en la vida que tiene que hacer primero; viajar por ejemplo, aprender a bailar tango, publicar un libro, vivir en otras ciudades, ganarse una beca, ver la aurora boreal entre tantos sueños más.

Hoy, sentada frente a esta computadora en mi cuarto rodeada de corazones de latón, hadas, cámaras, fotografías, cuadros, discos y películas me siento confiada, confiada de que he logrado llegar a un punto clave en mi vida, de que día a día me superaré a mi misma y es que en verdad nunca pensé que el camino me llevará tan lejos. He escrito pocas cosas, nada serio ni en forma (además de este blog) y la crónica sobre el terremoto de Chiile que me ayudo a tallerear mi amiga y poeta Claudia Posadas publicado en una página web. Sí, lo sé trabajo en una redacción para una revista del ramo turístico y he hecho cosas interesantes pero nada que pueda llamarse "obra" para publicarse en un libro de "pasta dura" como diría Cisneros.

Por otro lado, tampoco hago menos lo que ya he hecho. En el taller que ofreció Mónica Lavín, escritora mexicana y autora de Yo la peor, el primer capítulo de Romina recibió muy buenas críticas. "Me parece que es un muy buen primer capítulo". Sí, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska dijo eso sobre mi capítulo. ¡Qué orgullosa me sentí!

En cuanto a cuentos infantiles, bueno, creo que el periodo en el que mi corazón escurría sentimiento fue la clave para escribir El Dragón que se comía los cumpleaños, y aunque la persona a la que le escribí aquel cuento que me llevó noches enteras de insomnio y desvelo no dijo ni una sola palabra, muchas otras que lo leyeron no dudaron en decir que el cuento era muy bueno.

En esta vorágine de sensaciones y sentimientos, he llegado a la conclusión que debo seguir escribiendo.

Gracias Sandra, porque esa introducción, sin duda me mostró el camino.

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