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Sunday, November 22, 2009

Romina

Romina despertó aquella mañana en su cama vacía y empapada por el sudor que dejó la fusión de los cuerpos que la visitaron la noche anterior.

Tratando de distraer su mente de los hechos placenteros y agotadores que la bombardeaban a cada instante encendió el televisor y minutos después una voz diferente a la de los anunciantes de TV reclamaba su presencia. Había olvidado que uno de los visitantes pernoctó en la cama contigua.

Por unos momentos disfrutando del calor de un abrazo del pintor, Romina volvió a recordar.

Había terminado un largo fin de semana. Al llegar a casa planeó finalizar sus labores domésticas y dormir temprano, sin embargo una llamada de su socia y amiga hizo a Romina olvidarse de sus propósitos para recibirla a ella y al pintor en un par de horas. Al colgar, un mensaje del lingüista con él que salía desde hace ya varias semanas apareció en la pantalla del celular.

Sin pensarlo dos veces, se cambió de ropa, se maquilló un poco y espero que el lingüista llegara lo antes posible para que su socia y el pintor no interrumpieran los minutos que contados tenía dedicados para el caribeño.

Los minutos pasaron velozmente y en menos de lo que esperaba, el alto caribeño de piel obscura apareció en la entrada de la casa marcada con el número 4. Al saludarse ella desvío hacia la comisura de sus labios un beso. Lo hizo pasar, -¿me dejaras dormir en tu cama?- le dijo apenas susurrando.

El espacio se cubrió de besos y caricias, el lingüista recostó a Romina sobre la cama haciendo de lado las cosas que el pintor había dejado unos días antes. Poco a poco las palabras desaparecieron del espacio para dar paso a una pasión desenfrenada, sin habla. Ella sudaba del placer y la excitación aumentaba cada que veía aquel cuerpo perfecto que se mimetizaba con la oscuridad de la habitación. Romina temblaba y el calor la invadió. Un grito mudo apagó el fuego y cansada se recostó al lado del lingüista.

Ambos se vistieron y se recostaron. Ella le ofreció un vaso de agua. Prendieron la televisión y platicaron algunas cosas triviales hasta que el caribeño notó que era tiempo de irse pues la noche de Romina aún no terminaba. Se despidió y dejo el vaso sobre la mesa del comedor.

Apenas pasaron algunos minutos cuando tocaron nuevamente a la puerta, esta vez se trataba de su socia y el pintor. Rápidamente Romina arregló la cama y puso en orden la mochila y la chamarra del artista que el fuego de la pasión tiró al suelo por un momento.

Su socia y el pintor pasaron el ambiente era bastante relajado, Romina como siempre les ofreció agua, el artista asintió con la cabeza y bebió del vaso que se encontraba encima de la mesa. Romina se percató pero no hizo ningún comentario.

Los minutos pasaron entre pláticas de nuevos proyectos, juntas, entrevistas y cierre de negocios. Era tiempo de irse, pero el artista decidió quedarse. Su socia se retiró.

El pequeño departamento de Romina contaba con dos camas por lo que el artista no causaría ninguna molestia. Cenaron, platicaron, él encendió por unos minutos la computadora mientras ella se puso la pijama y leyó como de costumbre a Cortázar.

A la media noche apagaron la luz.

Romina escuchó que el pintor se levantó de su cama, su mente se bloqueo y un extraño miedo la invadió, sabía que si el artista se acercaba terminaría encendiendo sus más bajas pasiones. Abrió los ojos y vio a al artista entrar en su cuarto, meterse a su cama, lo escuchó preguntar -¿Qué traes puesto?-.

Recorrieron como lienzos su piel y la temperatura comenzó a subir. El pintor la despojo de su ropa y mientras le besaba los pechos sus manos tocaban sus puntos más erógenos. Ella gozaba. El placer llegaba a través de múltiples puntos. La velocidad aumentaba. Romina comenzó a jadear y a mover la pierna desesperada por tanto placer pero el pintor detuvo el movimiento con sus piernas como si quisiera controlar el estallido y siguió. Romina tembló. –No puedo respirar- le dijo ella al artista, quien enseguida la abrazo, la beso y se despidió.

Encontrándose de nuevo frente al televisor abrazada del artista, pensó también en el encuentro que sostuvo con un español días antes mientras estuvo de visita en su ciudad natal, pero eso para ella tendrá lugar en otro flashback o quizá en un flash forward ya que se encontraran nuevamente en algunos días.

Se despidió del artista, ese mismo día salió de la ciudad. Romina aún busca a su Nino Quincompoix.

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