Rebeca Cabrera
• Pobladores estiman que las cifras de muertos en Constitución ascienden a más de mil.
• Acepta armada chilena error de comunicación sobre la inminencia de un maremoto.
México DF, 5 de marzo 2010. “¡Son unos desgraciados! por su culpa murieron muchas personas al no creer en los informes de que un tsunami se acercaba y no alertar al pueblo” comentó Camilo Tilleria, habitante de Talca, región del Maule, en entrevista telefónica mientras se registraban un par de fuertes réplicas.
La madrugada del pasado 27 de febrero del 2010 la familia Tilleria, una más de las muchas que vivieron lo que hasta ahora pueden determinar como el mayor sobresalto de sus vidas, dormía en la comodidad de su hogar. Un terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter obligó a Camilo a salir con su esposa embarazada de ocho meses y su hija de 11 años a la calle.
“Terminaron esos malditos dos o más minutos y entré a buscar algo de ropa pues salimos en pijama. A lo lejos escuché a una vecina gritar que su hija seguía dentro de su casa, subí al segundo piso y busqué a la chica; enseguida comenzó una réplica, bajamos las escaleras como pudimos pero la saqué.”
Las casas de Villa Puertas del Sur, sector donde habita la familia Tilleria no sufrieron daño alguno debido a que fueron construidas bajo las nuevas regulaciones antisísmicas de Chile. Pese a esto, Camilo tomó la decisión de quedarse en la calle.
Para el amanecer del día del terremoto los habitantes de Talca se estremecían con cada réplica que era registrada; asimismo se dieron cuenta de que no contaban con luz eléctrica y suministro de agua. Camilo logró conseguir un poco, mucha de ella abriendo los grifos de casas contiguas que estaban nuevas y sin entregar. “El agua para el WC la conseguí de un canal donde la gente, al darse cuenta que sacaba agua, me pasaban bidones con una cuerda para subirla ya que estaba en un pequeño barranco” comentó.
Pero ese no sería el único inconveniente con el que se enfrentaría la familia Tilleria. “No lo creí hasta que sentí los balazos cerca de mí y los perdigones de las escopetas cayendo en mi casa, ahí me di cuenta que era verdad”. A las 10 de la noche Camilo escuchó por la radio que una buena parte de la población en crisis, comenzaba a saquear casas y comercios. Tanto él como sus vecinos dudaron y tacharon a la prensa de alarmista. Minutos después y tratando de dormir, Tilleria escuchó que alguien golpeaba con desesperación a su puerta: era una señora pidiendo que fuera a la calle porque había gente robando.
“Busqué mi cuchillo de caza favorito”, bromeó Camilo, “y un palo bastante manejable, con eso salí”. Alrededor de cien personas construyeron barricadas con autos y prendieron fogatas en las calles principales para cerrar la villa. “Supimos defendernos bien, eso sí”, añadió al relatar que en momentos había que correr de un lado a otro al escuchar a alguien pidiendo auxilio.
“Los saqueos no importan, sé defender a mi familia, pero por ahora mi temor más grande es que venga una réplica más fuerte y no tener comida; además mi esposa está embarazada y la clínica donde la atenderían colapsó durante el terremoto. Ese día pensé que iba a tener al bebé.”
Aunque Talca no sufrió daños tan graves como Constitución, los saqueos continúan por hambre y mala voluntad. La familia Tilleria sigue en espera de la ayuda del gobierno: “Sé que reparten agua en camiones y comida en algunos lugares pero no donde yo estoy. La carne se nos terminó ayer y solo me quedan cosas como para una semana más”, continuó relatando Camilo.
Preocupado por los poblados cercanos a su área, Tilleria narra angustiado lo sucedido en Constitución, ciudad ubicada a 106.29 kilómetros al suroeste de Talca y a 365 kilómetros de Santiago, en donde hoy gobierna el caos. “Está completamente destruida, hay miles de muertos debido a un supuesto error de papeleo. ¡El gobierno no creyó, se equivocó y no lo asume!"
Gran polémica han causado las declaraciones de las partes implicadas respecto del error de no alertar a la población sobre un posible Tsunami. Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI), afirmó que hubo imprecisión y ambigüedad en la información. Por su parte el jefe de la Armada, el almirante Edmundo González reconoció que su Servicio Hidrográfico y Oceanográfico (SHOA) no alertó claramente a la Presidenta Michelle Bachelet.
Por lo pronto, mientras se anuncia que se harán las investigaciones consecuentes, y con miras a la credibilidad y confianza en ese importante organismo técnico informó el día de hoy la Armada de Chile en un comunicado de prensa que “el Comandante en jefe de la Armada ha resuelto relevar de su cargo de Director del SHOA, el capitán de navío Mariano Rojas Bustos, designando en su reemplazo al capitán de navío Patricio Carrasco Hellwig, oficial superior ingeniero hidrógrafo”.
Sin embargo, para Tilleria esto es irrelevante, puesto que las consecuencias de esta omisión son graves. “Las noticias no muestran la realidad de lo que pasó. Dicen, por ejemplo, que en Constitución hay sólo 36 muertos, pero ese día se celebraba la Noche Veneciana en la cual la gente acostumbra ir a la isla de Orrego situada frente a Constitución en el estuario del río Maule y acampar. Había más de 150 personas allí, sin contar las que estaban a la orilla del río y de la playa. Fueron tres olas de más de 20 metros de altura, que llegaron hasta la plaza y barrieron con todo a su paso. Ahora, el mar devuelve gente a cada rato y hasta autos con personas adentro. Las calles y playas estaban llenas de cadáveres y según los cálculos de algunos periodistas, en Constitución hay más de mil muertos”, narró Camilo un tanto inquieto, sin embargo la cifra oficial al día de hoy es de 36 cuerpos identificados.
La cifra oficial de muertos en Talca hasta el día de hoy suma 28 y oficialmente se ha suspendido la búsqueda de sobrevivientes. Tilleria sigue al cuidado de su familia en espera de que la situación pronto se normalice.
La noche del 4 de marzo del 2010 se decretó toque de queda en Talca, y las réplicas continúan.
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