Hoy me toca contarte una historia y compartir contigo esa pequeña parte de mi niñez que me incentivo a seguir creyendo en mis sueños, ahora entenderás perfecto lo que te comentaba sobre el ambiente del bosque encantado.
Extracto de El Bosque Encantado de Joles Sennell
Segunda parte
Las historias de los árboles 2
En el bosque encantado hay un árbol altísimo que tiene más de mil años y que nace cada madrugada.
Es un árbol lleno de brotes tiernos y delicados, y tiene un tronco delgado que sube hacia el cielo lleno de yemas peludas y pegajosas.
El árbol que nace cada alborada, se desliza poco a poco dentro de su hoyo cuando siente que se acerca la noche y se entierra en la tierra como cuando aún no había nacido y era sólo una simiente que germinaba en silencio en la tibia humeda del sotobosque.
El árbol que nace cada mañana, cuenta al viento tiernas historias como aquella que explica cómo se querían la madre Tierra y el padre Cielo.
El Cielo, vestido de azul cubría a la Tierra con unos brazos larquísimos que nunca jamás se acababan y la besaba profundamente.
Y la Tierra, vestida de mil colores diferentes, se estremecía a cada beso. Dice que la madre Tierra quería ser fértil y criar vida. Las crías de l aTierra, todo el mundo l sabe en el bosque encantado, no son tierras pequeñas que giran a su alrededor como pollitos detrás de la clueca, sino que es todo aquello que enraiza, anida, crece y fructifica sobre ella.
Y la Tierra quería cubrirse de criaturas también quería sentirse cubierta por el Cielo, que era su amado y la abrazaba a todas horas.
Pero he aquí que por las tienieblas rondaba un brujo, que llevaba el nombre de lo que era: Estéril, el cual había vivido siempre solo, sin más compañía que sus negros pensamientos y sus malas intenciones de ser amargado que odiaba todo lo que estuviera vivo.
El brujo Estéril se confabuló con el señor del Vacio, que era un señor invisible que navegaba en naves invisibles, por los tempstuosos mares de la nada y era pariente de la abuela Muerte que también odiaba todo aquello que estaba vivo y se movía. El señor del Vacío, con el fin de que la Tierra no pudiera criar, entregó al brujo Estéril el secreto de un sortilegio mágico.
Con aquel sortilegio, el brujo pudo aprisionar a las Nubes, que eran las primas del Cielo, y para que nadie pudiera encontrarlas nnca más las ocultó en el escondrjo más astuto que fue capaz d eimaginar: n el seno profundo de la misma Tierra. Y así, sin que ella lo supiera, la Tierra llevaba dentro de su vientre, prisioneras en un laberinto de galerias y corredores de mina a las primas Nubes y a su nodriza, la comadrona Lluvia, sin la cual la Tierra nunca habría podido dar vida sobre su piel acariciada por el Cielo.
Y por esa causa, la madre Tierra se iba secando y se abrían grietasen su piel desnuda y los besos de su amante eran cada vez más ardientes,más quemantes y dolorosos.
El padre Cielo, lleno de dolor y sin saber qué hacer, fue a visitar al gran patriarca Firmamento, para pedirle consejo y ayuda para sus males. El gran patriarca Firmamento, que estaba muy atareado vigilando el movimiento de los astros y de las estrellas, solo dijo: "Eso es cosa del brujo Estéril y yo no puedo hacer nada porque se a confabulado con e señor del vAcío, qe es pariente de la abuela Muerte.
>>Vé a ver a la abuela Vida>>
El padre Cielo buscó y buscó a la abuela Vida por todo el universo. Buscó por los desvanes de las estrellas y por los subterráneos de los planetas. En todas partes encontraba huellas de la abuela Vida: en todas partes había estado ya o estaba a punto dellegar, pero no consiguió encontrarla.
Al fin, cansado y abatido, regreso al lado de la madre Tierra y la abrazó triste y tiernamente con sus largos brazos que no e acababan nunca jamás y que ahroa estaban resecos y ardientes.
Era tan grande y tan intenso su dolor que se echó a llorar y sus lágrimas tejieron un sudario con hilos de rocío para la madre Tierra que agonizaba febril mientras el brujo Estéril se frotaba las manos en su escondrijo, creyendo que tenía ganada la partida.
Pero he aquí que el sudario de hilos de rocío, hecho con las lágrimas del padre Cielo, era tan precioso y delicado que todo el mundo iba a verlo: los astros más lejanos, el viento de los cuatro punts, la luna del reino de la Noche e incluso el sol del reino de la Luz.
Y he aquí también que cuando el Sol quiso tocar con sus dedos amarillos y calientes aquel tejido tan fino y tan bello, el sudario se convirtió en un inmenso rosario de gotitas de agua que rodaban po la reseca piel de la madre Tierra refrescándoles las llgas, se deslizaban por las grietas, hacia adentro, habia adentro, hasta encontrar las simientos que la madre Tierra tenía dormidas en el hodo, y las acariciaban con sus labios frescos y húmedos y las despertaban.
Las simientes iban levantando lentametne la cabeza de su almohada de tierra, se desperezaban en su lecho subterráneo y estiraban el cuello hacia arriba, siempre hacia arriba, mientras hundían sus dedos de raíces hacia las profundidades del vientre de la madre.
Y fue entonces cuando los largos dedos de las simientes que iban entrando y entrando y entrando cada vez más adentro de la madre Tierra, llegaron al laberinto que habí urdido el brujo Estéril donde estaban prisioneras las primas del padre Cielo: las Nubes y su nodriza, la Lluvia.
Con sus dedos inquietos, las simientes abrieron paso a las Nubes y a la Lluvia, liberándolas. Y la Lluvia, sostenida por las Nubes escaó las barbas del Cielo hasta lo más alto y se dejó caer dulcemente sobre la madre Tierra para sazonarla. Y la madre Tierra, al fin, pudo criar todo aquello que nraiza, nace, crece y fructifica sobre ella.
Y la madre Tierra fue madre y el padre Cielo fue padre.
Y celebraron una gran fiesta a la cual asistió incluso la abuela Vida, que se presentó inesperadamente y de incógnito, pero reidora y tierna.
El brujo Estéril tuvo que morderse los puños de rabia, y al final se peleó con el señor del Vacío, pariente de la abuela Muerte.
El señor del vacío se enfadó mucho y quería tragárselo para siempre jamás, pero el brujo dio un salto y se escondió en un repliegue de la madre Tierra y se quedó allí muy quieto sin hacer ruido, esperando otra ocasión para hacer daño y armar líos.
Esta es la historia tierna que el árbol que nace cada día contó al viento mientras blandía su afilado tronco que se dirige altivo hacia el padre Cielo mientras acaricia con sus largos dedos de raíces el vientre de la madre Tierra.
...Sí, es una historia de niños lo sé, pero en el fondo solo trata de exorcisar a los fantasmas que llevamos cargando todos los días para que finalmente aflore de nosotros mismos la solución para enfrentarlos y salir adelante, recuerda que solo necesitam hacer lo intangible tangible y vivir la vida que esta llena de sueños y de bosques encantados. Esto lo sabemos muy bien soñadores como tu y yo....
Your fairy friend.
1 comment:
Snif... gracias.
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