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Wednesday, November 3, 2010

Desde la cueva y yo detrás del caparazón.

Aviso: Tal vez este post no tenga ni cabeza, ni pies… de querer seguir leyendo pueden hacerlo y si logran descifrar lo que yo no, les estaré enormemente agradecida por quitarme esta apatía de la mente y el corazón.

De pronto, después de tanto sentir, he caído en un hueco, en una zona dónde me encuentro con un bloqueo de sentimientos. Tengo dos cuentos a medio escribir y solo cuando me entra algún “rush” de adrenalina los retomo, se me va el sueño y sigo pensando en ello.

Platicaba hace unas noches con un amigo de la universidad, el me contaba sobre sus frustraciones de empleo, mientras yo igual o mucho más frustrada le contaba mis problemas del corazón y llegué a la conclusión de que me siento así porque he trabajado lo suficiente en volver a abrirme y darme esas posibilidades de querer a alguien, sigo siendo seca en algunos aspectos, pero trato de hacer y decir lo que me nace en el instante para no volverme a quedar como hace algunos años con el... “si le hubiera dicho, si hubiera hecho” y es que en verdad no pasa nada, nadie te dirá, ni te juzgará jamás por lo que digas o hagas si lo haces con el corazón.

El fin de semana pasado por ejemplo, fui a una fiesta con unos amigos, ha pasado más de un año de la segunda operación de la banda gástrica y obviamente hay una diferencia abismal en mi cuerpo. ¡Lo siento por los chicos de la fiesta! pero aún no me acostumbro a tener los reflectores encima en un ambiente desconocido y todos agarrándome (sí, toqueteandome) más de lo debido. ¡Ey, un momento! yo iba con un acompañante y en esos momento solo pensaba ¿y mi acompañante?... bien gracias. En algún otro momento me hubiera sido muy fácil voltearme y ponerme a “flirtear” y “algo más” con cualquier tipo que me echara bonitos ojos, pero esta vez no fue así.

Por un lado mis amigos haciendo presión para que entre mi acompañante y yo botáramos aquel tapón y destapara lo que (no puedo hablar por él) al menos yo traigo atoradísimo. Un día Andy, mi sobrina tomo con sus pequeñas manos un chapulín, lo inspeccionó cuidadosamente y sin más decidió abrirlo de patas, pensé que el chapulín moriría en ese instante, sin embargo, dejó de jalarlo, lo soltó y se fue, ¿a qué viene esto? A que en algún momento dado de la noche así me sentí.

Un tipo de lo más “horrible en su forma de ser y actuar” estaba ya muy sobre de mí, pero era de esos ligues bastante molestos que en lugar de hacerte querer hablar con él, quieres quitártelo de encima inmediatamente, me volteó a ver y le dijo a mi acompañante: “o la besas tu, o la beso yo” ¡Asco! Jamás, yo solo di dos pasos para tras y dije “haz algo”… y el solo dijo “escoge”… por un momento me sentí como el chapulín que agarraba mi sobrina, sin lugar para moverme y que la decisión que tomara marcaría “algo” y decidí que ese no era el momento, ni la circunstancia que sellaría el paso a lo que vendría de la historia.

Decidí esperar y desesperada por esta situación estancada, también desistí, no me estoy dando por vencida ni matando todo lo que siento o escondiéndolo, simplemente me estoy abriendo a más opciones, abro mi abanico de posibilidades sin dejar de querer, sin dejar de sentir, doy lo que me nace, así sin pensar, porque el verdadero cariño se demuestra dando sin esperar y así esta pasando, así como puedo sorprenderlo, él diariamente me sorprende con cosas que parecen tan pequeñas pero son TAN SIGNIFICATIVAS para mí.

Todo sigue en pie; el libro, el pastel de fondant, la fiesta, los cuentos, el cariño. La charla finalizó a eso de las 3.30 de la mañana, apagamos la fogata en la que cálidamente estuvimos expresando nuestro sentir y mi amigo solo puntualizó -“no todos vamos tan rápido”, “tu quieta, que las mariposas se posarán en tu mano”


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