Desde 1943 Joan Brossa poeta catalan, empieza a trabajar con los poemas objeto que expone públicamente a partir de 1956, frecuentemente en colaboración con pintores como Miró, Tàpies o Ponç.
Su poesía visual y sus carteles constituyen la parte de su obra más conocida, hasta el punto que en este terreno Brossa llega a ser un referente mundial. Reconocida o no su paternidad remota, constantemente aparecen en todo el mundo obras plásticas que "brossean".
Retomó tardíamente el poema objeto, en la senda de Marcel Duchamp aunque superándolo en cuanto a proyección externa y compromiso social. Para Brossa se trata de descubrir la magia en el objeto más vulgar, siguiendo la línea del arte pobre, pero nunca gratuitamente, sino con un claro mensaje detrás de cada producción. A partir de los 70 manipula los objetos para profundizar en su sentido o bien para representar el concepto desnudo. Objetos y poemas son muy cotidianos. El interés está frecuentemente en el contraste entre el título y el objeto insólito que nos presenta.
El objeto brossiano evoluciona hacia la instalación, a menudo de gran formato, y a menudo también efímera. Destaca en este sentido la intervención en todos los espacios expositivos del Palau de la Virreina de Barcelona en 1994, en los que creó, partiendo del continente, un contenido variado y de fuerte impacto quasiteatral.
Con el tiempo la obra plástica de Brossa alcanza su dimensión cívica: sus poemas visuales corpóreos se instalan en espacios públicos como poemas transitables que se integran en la realidad cotidiana de Barcelona. Más tarde estos poemas corpóreos llegarán a muchos puntos de Cataluña y también a Baleares, a Andorra, a Alemania y a Cuba.
Poesía concreta inspirada en la obra de Joan Brossa, realizada dentro del Laboratorio de Estrategias Creativas en el PEC:
"Caída"
Gises sobre cartulina
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