El sábado por la noche, bueno, para ser exactos la madrugada del domingo me di cuenta que lo que Wayne y yo tenemos rebasa cualquier tipo de barreras, hablamos, nos comunicamos, nos entendemos, nos conectamos.
Ha pasado poco tiempo y estamos mucho muy lejos
pero antes que cualquier otra cosa, somos amigos, lo quiero, y me gusta que se preocupe por mi y por lo que siento, por cómo estoy, porque a pesar de que 16 horas nos separan estamos unidos, más allá de lo virtual, más allá de lo normal, más allá de lo espiritural.
Hoy vivimos nuestras vidas deseando que esta situación cambie lo más pronto posible, continuamos un camino en una suerte de vidas paralelas, sin dejar de pensarnos.
Estoy feliciana.