El día de hoy realicé mi última visita al doctor en esta horrible semana. Me pesó, la bascula marcó 60 kilos. La realidad es que he dejado de cargar un gran sobrepeso a lo que nombre “mi otra yo” he perdido 58 kilos en un periodo de cinco años gracias a una operación de banda gástrica. ¿Magia?... No, el camino no ha sido fácil, he sufrido, me he frustrado, me he sentido muy mal, he tenido los ojos enmarcados con unas grandes y negras ojeras… pero también he tenido plena satisfacción al ver como mi cuerpo se aligeraba y ropa que antes no podía usar ahora me quedaba perfecta.
¿Cómo decidí ponerme una banda gástrica?
Siempre he sufrido de problemas estomacales debido a mi lento metabolismo, un día acompañé a mi madre con su gastroenterólogo para darle un tratamiento adecuado a estos problemas. Él médico me inspeccionó y me preguntó algunas cosas para saber los antecedentes de mi sobrepeso, sí he tenido asma y dejé de hacer ejercicio vivía en una burbuja dentro de casa cada que una crisis me aquejaba, después la adolescencia y la desaparición del asma pero la aparición del sedentarismo y la “webonada”, luego dejar de comer por días y atascarme otros, mi mala alimentación estaba pasando sus cuentas.
Para enero de 2006 pesaba ya 118 kilogramos y con mi estatura de 1.63m era indescriptible, a pesar de que llevaba una vida “normal” las cuentas comenzaban a pagarse, un disco en la espalda que no servía problemas estomacales diarios pero por sobre todo el mal genio que me cargaba por no sentirme a gusto conmigo misma. “Te opero” dijo el Doctor muy seguro, no dijo más, simplemente comentó muy por encima sobre la operación de Banda Gástrica en aquel entonces apenas se comenzaban a poner en boga estas cirugías baríatricas.
Así fue como sin pensarlo y sin preguntar sobre los pros y contras de la operación esperé a que se hicieran algunos arreglos con el seguro y metí un aparato francés en mi cuerpo la Midband Gastric Band Carrier.
¿Qué es y cómo funciona?
La banda gástrica laparoscópica es un método moderno, seguro y efectivo como método de reducción de peso. La banda se coloca alrededor del estómago disminuyendo su tamaño funcional y vaciamiento, lo que nos obliga a ingerir menos alimentos.
Para observar cómo funciona, aquí está un video.
La cirugía es muy sencilla, vía laparoscopía, sin embargo te enfrentas a una sórdida realidad una vez que te dan de alta. Al llegar a casa por dos semanas solo podía tomar líquidos y papillas las siguientes 3 semanas. Mi estómago en definitiva se sentía diferente, era como si estuviera dentro de una plancha de acero ejerciendo presión todos los días, sin embargo fue un dolor al que tuve que acostumbrarme hasta el día de hoy. Recuerdo que a los dos o tres días de llegar a casa y harta del agua decidí -¿por qué no?- hacerme una quesadilla de tortilla de harina con jamoncito y queso. ¿El resultado? Sentí un dolor a la altura de la boca del estómago y que llegaba hasta la espalda. No pude más que ir al baño y vomitar lo que comí en una mordida para liberarme del dolor.
Se acabó la frustración y llegó la renovación
Todo iba muy bien, de febrero a diciembre de 2006 perdí 18 kilos, pero comencé a estancarme, no bajaba ni pasaba la barrera de los 100 kg, el doctor solo decía “vas muy bien, en diciembre del próximo año estarás flaquísima”, mi sorpresa siempre era que diciembre llegaba y yo seguía sin bajar la barrera de los 100 y fue la primera vez que me sentí frustrada. A pesar de que el doctor me “ajustaba” como comúnmente se dice cuando te inyectan líquido en la banda para apretarla e impedir todavía más el paso de comida, mi cuerpo NO se sentía diferente, ya no sentía la presión al comer los alimentos y casi podía “comer normalmente” pasaron los meses y yo me di por vencida y aprendí a vivir nuevamente con mis 100 kg. comía, bebía lo que quería y “disque” hacia ejercicio.
El tiempo pasó y en 2008 entré a trabajar a un lugar en donde conocí a una Lulú, una enfermera que fue clave en esta transformación. Platiqué con ella sobre mi frustración y le comenté que según mi punto de vista la operación no había dado resultado y que tendría que vivir con el “alien” la banda dentro de mi cuerpo toda la vida sin que funcionara. Ella muy sabiamente me preguntó si había buscado una segunda opinión, ¡claro! jamás pedí una segunda opinión.
Me recomendó con un Doctor con el que ella había trabajado Edgar Hernández especialista en cirugía bariátrica, sin pensarlo pedí una cita. El primer paso fue saber si mi banda seguía en funcionamiento a través de una fluoroscopia. En efecto, mi banda seguía en funcionamiento pero, sí, siempre existe un pero. El puerto de la banda por donde debe entrar el líquido para ajustar la banda estaba al revés y la banda estaba vacía, el primer doctor nunca me ajustó la banda por eso jamás sentí la diferencia.
Segunda operación para acomodar el puerto
Me sometí a una segunda operación, esta vez solo intramuscular, en agosto del 2009 para arreglar el puerto. Y sinceramente creo que no estaba preparada para el proceso que estaba por venir.
El Doctor Edgar me advirtió que yo no había pasado por lo que “vive realmente” un paciente de banda. La operación para arreglar el puerto fue un jueves y al domingo yo ya había regresado al hospital, la banda había quedado tan apretada que no me pasaba nada de líquido y me estaba deshidratando, después de que me entubaron un par de días salí nuevamente del hospital con medio centímetro menos y aún así el líquido no pasaba. Duré un par de semanas sin comer nada, dormía casi todo el tiempo, recuerdo que cuando la gente de la Ciudad de México se congregó en el monumento a la Revolución para bailar en homenaje a Michael Jackson yo dormí de viernes a domingo. Y es que, mi cuerpo se consumía solo.
Algunos Pros y Contras
Los atorones. Un atorón es cuando no masticas bien la comida y se queda atorada en el paso de la banda gástrica el dolor, es indescriptible, solo quieres vomitar pero no vomitas nada, el estómago se siente como una olla exprés a punto de aventar el botón y a veces no puedes ni pararte.
El Agua. El agua simple no pasa. En cuanto la bebo se atora y la vomito. Es lo que más extraño. Una amiga bióloga me dijo que se debe a la densidad del agua. Sin embargo el agua fría con clight de horchata me pasa increíblemente bien.
El horario de comidas. La banda se abre comúnmente a medio día, hay días que he querido desayunar y que simplemente si como algo ¿adivinen? Sí, lo vomito. Así que me acostumbre a comer únicamente por las tardes que es cuando la banda se abre.
Le energía. Vivo con vitaminas y cada dos meses me inyecto Bedoyecta Tri, la presión me baja cada dos o tres semanas y lo sé porque mi cuerpo se enfría a pesar de estar a 31º C en la calle.
La agilidad. Mejoró porque mi cuerpo se deshizo de 58 kilos, la espalda ha dejado de dolerme y puedo caminar mucho más tiempo sin cansarme.
La ropa. Obviamente la ropa ya puedo comprarla talla mediana y a ojímetro aunque todas las semanas desecho algo que ya no me queda porque mi cuerpo sigue bajando de peso.
La familia y la sociedad después de la banda gástrica.
Este tema en particular es algo difícil, muchos de ellos no comprenden que este procedimiento no es que NO QUIERAS COMER, es que físicamente NO PUEDES COMER. De pronto, todos quieren verte ingerir la misma cantidad que ellos y llega la esperada pregunta de ¿Comes súper poquito? ¿No quieres otro taquito? (muy común en México).
Todo el mundo en un principio se preocupa y es claro, te ven comer poco, te ven desganada, durmiendo casi todo el día y hay veces que al menos mis papás querían meterme al quirófano para quitarme la banda al verme en el suelo por los dolores que los atorones me causan.
Pero poco a poco la familia comienza a adaptarse a los cambios y sabe que cuando vas al baño es porque tienes una urgencia por liberar algún bocado que no masticaste bien, es como vivir con una enferma de bulimia que es aceptada por todos, pero esto es diferente. No se trata de vomitar cada que se puede, simplemente es masticar pausada y tranquilamente para evitar este tipo de trastornos y es muy importante evitar infecciones gastrointestinales porque nos deshidratan rápidamente.
He aprendido que cada paciente de banda es diferente, actualmente peso 60 kilos he terminado con el tratamiento de ajustes y desajustes de banda, de baja presión, de cansancio, de frio, de mal comer y mal hidratarme.
Hoy me han quitado un centímetro de ajuste y puedo beber líquidos como loca. Mañana mismo tengo cita con la nutrióloga ya que como les conté esto no es magia y hay que seguir cuidándose. Mi doctor dice que si no me cuido se puede subir un promedio de 10 kilos en mes y medio y después de tanto sufrir es lo que menos quiero.
Cada paciente de banda es diferente y cada uno debemos acomodarnos y aprender a vivir con la banda y con lo que la gente diga, porque finalmente buena o mala fue una decisión de vida que hay que afrontar con la frente muy en alto.
¿Algo más? Ah sí… ¿quieren ver mi transformación?