¡Awwww! la Minol.
Minol llegó a casa cuando yo era una mocosa, tenía 9 años y mi padre regresaba de un viaje de negocios en San Francisco.
Una vez instalado en casa el momento de repartir los souvenirs llegó, así todos esperabamos ansiosos que de su velíz emergieran los más extravagantes juguetes americanos para poder presumir en el colegio al día siguiente. Mi hermano recibió una autopista, mi hermana ropa y dulces y yo esperaba un gameboy, una poly pocket, al menos una Barbie.
Cuando llegó mi turno recuerdo que abrí las manos y cerré los ojos, el objeto que acaba de recibir era muy pesado, tanto que tuve que abrir de nueva cuenta los ojos y sorprendida vi ante mí una Minolta SRT101 con un objetivo nomal (50 mm) y el lente estrellado. En ese momento pensé: ¿Para qué quiero una cámara con un lente que no sirve?, pero papá inmediatamente me contó su historia.
El tercer día que estuvo en San Francisco fue libre para visitar la ciudad, el eligió: La isla de Alcatraz, hito histórico nacional ubicado en el centro de la Bahía de San Francisco utilizada hasta 1963 como prisión federal. Disfrutó bastante el recorrido y al finalizarlo se detuvo para tirar algunos restos de snacks en un bote de basura, fue ahí, cuándo lo deslumbró la luz del objetivo y de la cámara, inmediatemente la tomó y sin saber si servía o no, la trajo a casa, la trajo a mí.
Tras una reparación y la compra de otro lente, los años pasaron, la Minol sin darme cuenta se convirtió en compañera fiel de viajes intrañables, Cancún, Veracrúz, Canadá. Fue en este último cuando Minol enfermó, unos meses antes había sufrido una ruptura en su mecanísmo, pero las temperaturas bajo cero en Canadá teminaron por enviarla a terapia intensiva, entro en un coma inducido y ahora se encuentra en estado vegetativo.
Hoy decidí sacarla del hospital y prepararle un lugar encima de mi librero, junto a aquella foto del mimo con girasol que tanto me gusta y que ella me ayudo a tomar, sé que al girar la cabeza y verla recordaré por siempre que...
eso que siempre soñé.